viernes, 27 de abril de 2012

El espacio, la frontera final

-Este fue el último viaje de la nave espacial Enterprise. Su postrera misión: sobrevolar los cielos de New York, apachurrándole el corazón a los que todavía soñamos con escapar de la atmósfera y ver el infinito con nuestros propios ojos.





Menos mal que tenia las gafas puestas, asi no se noto mucho la lagrimilla que se me asomaba cuando pasó el 747 que llevaba a sus espaldas el trasbordador espacial que nunca vio el espacio, pero que sirvió de modelo y lugar de entrenamiento para sus naves hermanas, Atlantis, Discovery, Endeavour; y las dos que no regresaron, Challenger y Columbia. Con este sobrevuelo escénico, y escoltado por dos aviones de la fuerza aérea, el Enterprise se preparaba para tocar tierra por el resto de la existencia humana, como pieza de museo a bordo del porta aviones USS Intrepid en los muelles de New York, dando fin a la carrera espacial que llevó al hombre por fuera de nuestro delicado globito terrestre y que es en parte responsable de la ñoñez ignorante pero ilusionada de esta escritora. No solo por la obvia razón del nombre, que ha sido tan influyente en el imaginario colectivo de la era espacial, que en 1976, Gene Roddenberry y sus consentidos uniformados de poliéster, posaron para las cámaras al pie del Enterprise recién sacado de los talleres de la Nasa, si no porque lo que me ilusiona es que, cuando en realidad estemos en la era de salir al espacio y encontrarnos con otros mundos y otras razas, ya no tendremos que preocuparnos por el hambre, las injusticias, las guerras y en general la mierda mezquina que domina el planeta en estos tiempos.
Varios miles de desocupados y unos cuantos conocedores se congregaron a lo largo de la isla de Manhattan y de la costa de New Jersey para despedir a la clase de nave que ya no cargará mas los motetes tecnológicos de esta humanidad a orbitar por el vacio sideral. Muchos padres decidieron que era más constructivo pasar la mañana aguantando frío y discutiendo asuntos aeroespaciales con sus hijos que mandarlos al colegio a que cabecearan en clase. Y cosa curiosa, ninguno de los mocosos que esperaba ansioso el paso del 747 se estaba portando mal, haciendo escándalo o acabándole la paciencia a los papás o a los que les rodeaban. Será que cuando tienen la imaginación activada en modo científico no me molestan los niños? Apuéstenle lo que quieran que es asi. Además esa mezcla de melancolía y orgullo que me formaba el nudo en la garganta me tenía apartada de las cosas mundanas, incluso del frío anormal para esta época del año y con el cerebro fijo en la utopía del futuro en la que gente como yo, que en realidad no tiene mucho que aportar y no pertenece a la exploración científica, todavía tiene oportunidad de encontrar pieza en una nave como la de Kirk o Picard y llegar a las estrellas que se contemplan en las noches más oscuras.
Pero todo eso terminó hoy. Es cosa del pasado y por eso pertenece a la historia en un museo. La NASA está en la inmunda, rogando recursos al congreso para no quedarse rezagada en la obsolescencia de las máquinas que nos sacaron al espacio con menos capacidad que un Ipod y opacada por las iniciativas privadas y hasta los chócoros rusos de la época soviética que todavía aguantan unas cuantas idas y venidas a la ISS. Tristemente al gobierno le interesa más comprar tanques y producir carne de cañón que poner a rodar la creatividad de los que tienen la capacidad de inventarse el futuro...esos niños que hoy en el parque Liberty de New Jersey, discutían el porqué a tan baja altura, los cazas de la fuerza aérea, no podían darnos el placer auditivo del "boom" supersónico, o cual será el modelo de nave que reemplace al trasbordador y con qué combustible será lanzado.
En fin, esta mañana me dejo el sabor agridulce del fin de una era, con el peso de los años sin regreso y con la certeza de que estos ojos no verán otros cuerpos celestes más que desde los telescopios o los documentales de televisión. Pero también me dio un fresquito de ver que no todo está perdido, que tal vez el Enterprise en exhibición pondrá a otros con más talento a soñar con perpetrar ese mundo futuro. Que el Enterprise se lo podré mostrar a Isabella cuando venga y que ella podrá contar a sus tataranietos (que ya tendrán pasajes para ir a Marte como quien va al Rodadero), que ella vio en persona una reliquia de cuando el mundo estaba atrapado en esta esfera y su legendaria tía escribía blogs en un tiesto primitivo de computador del siglo XXI.
Larga vida y prosperidad.

3 comentarios:

  1. Me encanta leer cuando quien escribió, lo hizo con el placer que produce contarle a los demás lo que más le gusta.

    Y Oh! sorpresa. El chócoro hace parte de tan sabrosa entrada.
    Pero nada mejor que el uso de la camuflada, pero jamás olvidada "obsolescencia!

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  2. Yo insisto en que es más difícil lograr la convivencia en este planeta que salir a conquistar otro planeta y tirárnoslo. Pero el solo hecho de ver a los infantes en sanos diálogos con sus padres y otros adultos, inmersos en el saber es lo que aún me da una luz de esperanza en la raza humana. Por ahora, a seguir en la lucha por la supervivencia. Un abrazo a mi escritora favorita.

    PD: qué carajos es chócoro?

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  3. Juemadre ... me hizo lagrimiar esta hijuemichica!!!

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