Quienes hayan
seguido la historia del nacimiento de mi primer libro saben lo traumático que
fue el episodio del robo, pero que ya lo he superado a punta de utilizar cada trámite
como fuente de inspiración. Asi como conté las historias asombrosas de las
oficinas públicas y otras bellezas, hoy vengo a reportar que la registraduría
nacional del estado civil me ha despojado de mi ciudadanía barranquillera y me
la ha remplazado arbitrariamente con otra mucho mas pintoresca. Por obra y
gracia de este ente, ahora resulta que nací en Juan Mina, Atlántico. Esto
supone un grave inconveniente en mi carrera literaria, puesto que mi primer
libro y buena parte de mis escritos, se basan en mi origen Barranquillero, el
cual ahora ha sido eliminado de los registros legales y me dejan como natural
de un municipio que, aunque da para varios chistes, no creo que me alcance el
resto de mi vida para conocer y expresar como propio.
Desafortunadamente
mis limitadas visitas a Barranquilla no me dan el tiempo suficiente para
emprender, seguir y concluir la quijotesca labor de que una parte del gobierno
reconozca y corrija un error administrativo por los conductos regulares.
Tampoco me alcanza la visita para interponer tutelas y tener los documentos en
orden para regresar a mi otra patria. Asi que de momento, cédula y pasaporte se
quedan como están, identificándome como nacida en Juan Mina y la única defensa
de mi Barranquillez son los testimonios de quienes me conocen y de mi mami, en
su doble calidad de abogada y parturienta admitida al seguro social de la vía
40 que, efectivamente, quedaba y todavía queda en Barranquilla.
He decidido
asumir mi nueva población con dignidad, pensando que a la larga el beneficio será
mutuo. El municipio recogerá los frutos de utilizar mi nombre como estandarte
de la cultura local y yo me ahorro tener que competir con gente famosa por un pequeño
lugar en la historia de mi pueblo. Asi como el año pasado me lancé en
infructuosa campaña como candidata a ser la siguiente novia de Barranquilla tras
la partida de Esthercita Forero y terminé mas ahogada en las tarullas de Las
Flores que un político pobre, supongo que nadie se atreverá a hacerme la
competencia en Juan Mina y seré la enamorada eterna de un novio que al menos
tiene nombre masculino. Seguro que también debo tener garantizados reinados por
decreto de toda pelambre, legislación favorable a mis macabros intereses y
hasta votos en caso de necesitar apoyo democrático para mis iniciativas
populacheras.
Además de
divertir a cuanto amigo o familiar le muestro la cédula, al punto de provocar
lágrimas de risa y dobladas de estómago, no creo que sea del todo malo este
cambio. Por una parte, si a duras penas me conocen en Barranquilla, estoy
segura de que mi nuevo pueblo no tiene ni idea de quién soy o a que me dedico,
por lo cual les queda mas difícil confirmar o negar cualquier cosa que yo diga
al respecto y por otra parte no tengo el deber de hacer algo por la ciudad
porque ni siquiera vivo en el mismo país.
De manera que
creo que Juan Mina y yo nos ignoraremos mutuamente con el fin de no alterar el
orden natural de las cosas, de que yo pueda continuar con mis intentos de
escritora basados en una realidad que la registraduría no admite y de que sus
ciudadanos no se vean en la obligación de cambiar el curso de sus vidas para
darme el lugar que me merezco como hija predilecta de tan magno poblado.
Bueno y de las mil vainas raras que te pasan no te podía pasar algo menos raro??
ResponderBorrarUn Abrazo y ojalá asi si alcances la fama que tanto buscas
Pueblo pequeño, infierno grande.
ResponderBorrarPero mayores posibilidades de ser una figura pública (y que publica)
No importa que ahora seas juanminence(?)juanminita(?) o juanlamina(?) porque tu registro civil debe ser muy amplio,por ser una ciudadadana que quiere devorarse el mundo.
Apenas leí el título me imaginé lo que todo el mundo supone al escuchar que mencionan a Juan Mina, pero ciertamente, es una historia que mas que quijotesca considero macondiana... Cosas que pasan!!!!
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