jueves, 1 de diciembre de 2011

Gringos Playeros

Hoy otra vez corrí al mar sin parar, no lo puedo evitar, apenas piso Barcelona, mis pies me llevan a la orilla y ya aprendí que no vale la pena protestar. Sé que es primero de Diciembre, sé que mas arriba en la Rambla ya esta el mercado de Navidad y los caganers que van a adornar los pesebres familiares este año me estan esperando para ayudarme a deshacer de estos euros tan pesados en el bolsillo, pero cruzando el paseo marítimo es como si Septiembre no se hubiera ido nunca, el sol radiante y el mediterráneo azul indescriptible me obligaron a quitarme las botas de invierno y masajearme los recuerdos con la arena extraña y fresca. El instante antes de tocar el agua me trajo el recuerdo de la hielera de New Jersey, pero el "mare nostrum" no se comporta así, y las olas espumosas no eran tan frías como anticipé.
Alucinaciones de expatriada llorona, me dije, pero a mi alrededor debía haber una convención de adoradores de la Barceloneta porque había suficiente personal para llenar un bus y varios de ellos, ejercitaban las artes natatorias como si fuera pleno agosto.
Entonces pensé que un día como hoy, hace ocho años, te extrañaba igual y las ansias de verte y estar contigo me traían a este mismo locutorio de la calle Nou de la Rambla a llamarte o escribirte, para recordar un dia de playa igual de "frío" en Ibiza, y como me gusta verte acomodarte el cordoncito de los shorts y que me pidas que te avise cuando darte la vuelta para broncearte parejo, asi el termómetro solo marque dieciocho grados.
Hoy habríamos corrido desde el Corte Inglés hasta una tienda de Quicksilver en Diagonal Mar para conseguirnos las tangalonetas al precio que fuera y poder llenarnos el culo de arena mientras los turistas de invierno nos miran como los locos que somos, gringos playeros que a cinco grados andamos en chancletas, a diez, nos subimos las mangas y a quince, pues mamamos el frío que sea con tal de coger colorcito.

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