lunes, 24 de octubre de 2011

El manicure de cien dólares

A mis tiernos ocho o nueve años, la única manía que fastidiaba de esta servidora era la comedera de uñas. Asi como lo leen, no porque en la casa faltara dotación de chitos, boliquesos, snackys o gudis, simplemente porque al parecer la queratina digital resultaba más apetitosa que las meriendas escolares.
Pero no se aflijan, mi sabia abogada y madre, en uno de sus clásicos momentos de lucidez materna aplico la psicología directa y un día me llevo a observar de primera mano (literalmente) las consecuencias adultas de mi dieta onicofaga en los dedos de una señora que me llevaba varias décadas de ventaja en eso de ahorrarse una comida diaria mordisqueando la mano que da de comer. Santo remedio. Tan santo que en menos de dos meses ya las monjas del colegio tenían a mi mama sentada en la rectoría  ordenándole que me recortara esas garras y que me suspendiera el acceso al esmalte jolie de vogue vinotinto so pena de no ser admitida al día siguiente en clase. De nada sirvió el muy coherente argumento de mi mama de que prefería tener una hija que necesitara manicure semanal que una que necesitara terapia semanal para tratar la ansiedad o la pendejada que la impulsaba a comerse las uñas y que lo del esmalte era cuestión de estilo, además de invaluable vinculo entre madre e hija. Obviamente que una señora que no es madre si no de titulo más bien poco entiende lo de apoyar al fruto del vientre, ni yo misma me habría apoyado en esa época tampoco, pero para eso tenia y sigo teniendo la mejor defensora de mi personalidad que es la autora de mis días.
No mucho cambio en los años posteriores al episodio en cuestión. Mis uñas seguían ridículamente largas para mi edad, absurdamente bien pintadas y arregladas y mi mama seguía asistiendo puntual a las citas en la rectoría por X o Y motivo. Hasta que ya no me fue posible mantenerme los dedos organizados sin arriesgarme a descompletar lo del alquiler del piso, la tarjeta del metro, lo de las pizzas congeladas y el arroz de bolsita en Barcelona y decidí que el cortaúñas era mi amigo y no sufrí mas por mantener con que defenderme de otras gatas. Regresé a Curramba y como si los años en Barcelona no hubieran hecho mella en la capacidad de recuperación de los instrumentos de tintineo insoportable en superficies no porosas, volvimos mi mami y yo a la cita semanal con la lima y el cunchito de agua jabonosa. Hasta que me volví a ir y la dieta de McDonald's no se compara con la de la frutera de la Inmaculada en cuestión del aporte vitamínico al crecimiento de mis uñas. Entonces me toca ir a dejar medio cheque para que me inventen en acrílico lo que mi mami rescató de mi estomago hace tanto tiempo pero que el estrés y la ansiedad de ser adulta me volvieron a incorporar a la dieta. No es que se vea diferente, solo que cuesta más y no brindan tinto o aromática y mi mami no está para acompañarme y darme la terapia, o sea quitarme la pendejada a punta de sentido común.

6 comentarios:

  1. Por las que nos pintamos las uñas de los colores mas lindos del mundo, y les hacemos dibujitos con lapicerito blanco ESPECIAL jaja, recorde full cuando me las pinte de verde con azul y tu de morado con verde fosforescente :)

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  2. De las actividades femeninas por antonomasia, el manicure siempre ha sido de las mas esquivas para mi. Eso y el cepillado (alisado) de mi larga cabellera pero eso seria tema de otro comentario.
    Desde niña he cultivado la costumbre de tener las uñas cortas, maxime cuando fui la nana oficial de mis tres sobrinas, y por recomendacion de mi hermana, galeno oficial de esta familia y quien me explico que la uña larga guarda mugres varios que riñen con el cuidado del infante, opte por un estilo corto, de corte cuadrado, con puntas redondeadas y sin gota de esmalte, para asi poder visualizar si es necesario asearlas.

    Ya entrada en años y carnes, por visicitudes ofinisticas, he debido recurrir a la magia del manicure para embellecer las manos expuestas a la mirada de clientes y demas personal que atiendo.

    Siguen siendo cortas, de corte cuadrado, con puntas redondeadas. Para uso diario, impajaritable el tono Constanza (un rosado palido como quien lo lleva jeje) con una linea blanca, que recibe el cursi nombre de frances (no se de donde sacaron el nombrecito). Lo mas osado que he usado es un tono borgoña oscuro para mi disfraz de vampiro y un chocolate oscuro para mis pasadas vacaciones.

    Despues de todo esto, me declaron casi virgen en el uso de esmaltes como los que una vez me mostraste en camara y que adoro ver en tus pies desnudos, calzando la chancla de rigor!

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  3. manicure around the world... de curramba donde son rito, obligación y necesidad a otros lugares del mundo donde se consideran lujo sibarítico, casi vicio, digno de potentados... y esto es todo lo que puedo decir sobre cuidado de las uñas, porque entre las comodidades de mi género está arreglar este expediente con un cortauñas en cinco minutos en el propio domicilio.

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  4. Cosa pa' sabrosa es comer uña. Pero jamás que llegue al extremo de hacer sangrar, crear padrastros y afectar la cutícula.
    Por eso entrado en el cuarto piso de vida, digo, con cierta vergüenza, que desde que tengo memoria me como las uñas; pero que no tengo dedos de come-uña es mi pequeño orgullo. Bueno... soy hombre y eso hace que no sean revisadas mis uñas con la meticulosidad con la que son revisadas las de las mujeres, a quienes me encanta verles las manos bonitas y bien cuidadas. Y los dejo porque estoy cenando una uña anular que promete.

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  5. Ahh tan bellas y lejanas que se ven las mañas propias en palabras de alguien mas... las comedera de uña a mi se me quitó gracias a mi prima Angela quien siempre nos hizo pensar que comía uña pero en realidad comia cuerito del que queda abajito de la uña.

    Saludos!!!

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  6. Siempre tus esmaltes y tus uñas fueron llamativas en el colegio (no solo el vinotinto) y era un toque de tu personalidad. Si ahora te ha tocado recurrir al acrílico que se le va a hacer... pero como ya dijeron por ahí arriba, ya por el trabajo es necesrio tener unas manos "bien" presentadas y unas uñas bien arregladas. Comparto lo del famoso estilo "francés"... es el único que uso en las uñas y también por necesidad más que por convicción.

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