No hay por donde

-Sí, lo admito, a mi también podría pasarme.

Durante las semanas previas al verano, tuve la suerte de encontrarme un trabajo de esos decentes y exóticos que no han hallado como subcontratar en la India todavía. Ya van a ser dos meses y todavía no me han llamado a decirme que no me moleste en volver a la oficina, asi que esperaba que se bajara la producción literaria, pero no se me ha acabado la racha de escribir, y por medio de la insuperable fuente de ideas y apoyo incondicional a las bobadas de este blog que es la doctora Forero, tuve la dicha de conocer el trabajo de un tipo que domina el arte del chascarrillo autóctono a unos niveles que yo ni practicando diez horas al día por los próximos dos años podría alcanzar. Este me lleva y me regresa, mejor dicho, me da tres vueltas, sopa, seco, postre y mentica pal entrompe. Pero hasta ahí no más le voy a echar flores. Faltaría más que me gastara estas líneas en hacerle propaganda a otro, con lo fácil que es conseguir que le lean a uno mendigas quinientas palabras estos días.

Podría sacar otro libro nada mas explicando la brecha intelectual tan agreste que me separa de dicho autor. Pero más bien voy a referirme a lo que tenemos en común, y es que la única persona que nunca queda mal con nadie es el tipo al que le cantaban los Prisioneros. De resto, los que le botamos tiempo y recursos a escribir blogs, artículos, libros o lo que sea que el publico consuma con algo de neurona, lo único que tenemos garantizado es que jamás tendremos contentos a todos los lectores. Que con cada escrito, arriesgamos a convertirnos en el antónimo de la mítica monedita de oro, la nube del día de playa, el Gargamel de los pitufos, el Khan de Kirk...bueno, ustedes saben de que estoy hablando.

Como ya volví a coger forma profesional en la carrera que si me paga sueldo y beneficios, tal vez se me haya bajado el nivel de sensibilidad artística que podría ofenderse por que a alguien no le cuadró algo que escribí en otro post y se tomo el trabajo de hacérmelo saber . Tal vez también regreso cierta forma de importaculismo controlado que me permite analizar esta cuestión como un asunto meramente cuántico observando la simple relación de indeterminación de Heisenberg que nos recuerda que con cuanta mayor certeza se busque determinar la posición de una partícula, menos se conoce su cantidad de movimiento lineal y, por tanto, su velocidad. O sea que sin importar si lo que escribimos es bueno, mediocre o simplemente malo, no hay manera de saber a quien no le va a gustar, pero tan seguro como que el sol sale mañana, alguien nos lo va a decir, y estadísticamente, el bloguero súper estrella tiene más probabilidades de que le ninguneen el post, puesto que su audiencia es una población que requiere muestra para la medición, mientras la mía todavía me conoce en persona y se puede dar el lujo de opinar sin la participación del DANE. Asi que gracias a todos los desocupados que pasan por aquí y se toman el trabajo de leerme aunque no les guste el resultado.