Nadie te quita lo bailao

-Para el ingeniero

Como me está pasando la de la canción que dice: "si eres artista y los indios no te entienden, si tu vanguardia aquí no se vende" y últimamente mis escritos se han desviado del corrientazo y el arroz con pollo para experimentar con fusiones algo mas exóticas, hoy regreso a la fritanga de siempre para cubrir un tema que tengo guardado desde que se me ocurrió empezar a escribir.

Me refiero a las actividades danzatorias como ritual de interacción social adolescente en la Barranquilla de finales del siglo XX. Y ahí voy otra vez con el sushi literario. Mejor dicho, lo que quiero decir es que la última vez que estuve en mi pueblo, tuve la oportunidad de hacer de hada madrina/alcahueta de lo que en mis tiempos se conocía como miniteca y que ahora parece que le dicen "fiesta en la discoteca X". Que no es más que un espacio oscuro con parlantes súper contaminantes tanto en decibeles como en calidad de la música que muelen sin piedad durante las horas que dure el evento, que en realidad no ha cambiado tanto. En esencia siguen siendo lo mismo, un montón de mocosos apretujados en un metraje mínimo con la excusa perfecta para sobarse al ritmo de las atrocidades culturales de la temporada.

Claro que como este blog tiene su tinte nostálgico, me permite la libertad literaria de recordar aquellas épocas con el lente que se me dé la gana y sin deberle nada a la verdad, asi que aquí queda el homenaje a las tardes de Lime Light, de Sexton y de Tropique, las cuales nunca llegue a ver por cortesía de no tener permiso de ir ni a la esquina y mucho menos a esas vagabunderías de minitecas. Asi que me tocaba esperar los bazares de los colegios o los socorridos quinceañeros para, literalmente, esperar mi turno de tener la pared a ver si algún engominado/emperfumado se acomedía gastarle la suela a los Perry Ellis conmigo siguiendo la coreografía acordada y, según el grado de confianza con el interesado, permitirle la ejecución de alguna técnica avanzada de sabroseo juvenil.

No puedo referirme a este tema sin darle crédito al soberano indiscutible de la brillada de hebilla, el rey indestronable de los meneos de todo tamaño, el autentico barranquillero que baila arrebatao lo que le pongan. Que domina sin esfuerzo salsas de todo estilo, merengues de panadería y reguetones de carnicería, punchis clásicos, elegantes y bien pronunciados parejo con los "pomperos" perrateados y pueblerinos, ritmos nocturnos entaconados y diurnos enchancletados. Maestro de las coreografias enchaquetadas de alquiler y de las improvisaciones de la camisa bacana. Su curriculo abarca ritmos vernaculos nacionales e internacionales, lo mismo bluyinea una cumbia villera que acompasa un vaso de whiskey con el fist pump en Beverly Hills. Le da lo mismo si lo que suena es un cassette grabado de olímpica estéreo, un CD robado, un mp3 cableado o un DJ que cobra lo que nos ganamos en una semana de sueldo por entrar a la verbena donde se presenta. No hay tema que le quede grande o que lo deje quieto sin saber qué hacer. Y por eso hoy se ganó este blog, por los años de caridad que dedicó sacando a bailar a cierta flacuchenta sin estilo para que no pasara la fiesta teniendo la pared y perdiera la parada del copete y las dos horas de aplicación del pañete donde Manolo. No tiene absolutamente nada que ver el hecho de que sea su cumpleaños o de que, superada la juventud, yo tenga el privilegio de seguir llamándolo amigo y contando con que me reciba un blogcito de regalo en vez de una credencial de Timoteo.