Los míticos treinta y tres

-Para celebrar un cumpleaños que siempre se esconde debajo de una palangana de tacos. Pero sin ignorar el otro cumpleaños al cual me referiré el próximo Domingo.

Acabando de terminar la cita semanal con el combo de "Se Habla Español", donde en realidad lo que se habla es mierda, el tema del día me sirvió para darle a este post un toque metafísico, metafórico, alegórico y críptico. Que no se note que estaba escuchando Calle 13 tampoco. En fin, este es otro post que hace las veces de credencial de Timoteo para los onomásticos, en este caso el de alguien que dice que no le gusta celebrarlo, pero como al que no quiere caldo se le guarda el cuncho, aquí se le deja en la totuma virtual.

Puede que el treinta y tres no sea más que un numero, pero el que le quiera buscar patas adicionales a animales domésticos siempre encontrara alguna relación supernatural con esta cifra. Por un montón de razones matemáticas y pitagóricas queme resultan tan claras como un discurso de dictador coreano, el numero tiene su no sé que no sé dónde. Wikipedia dice que es un numero natural, compuesto y defectivo, lo cual es como repetir que es natural. No me ayuda mucho. También es el numero atómico del arsénico, como si quien hiciera uso de este elemento realmente tomara en cuenta el numero más que el efecto de la sustancia. Es el prefijo para llamar a Francia y aparentemente también sirve de examen de pronunciación para los naturales de cierta población valluna que se hace llamar puerto pero cuyos cuerpos de agua navegables son tan escasos como el énfasis que sus habitantes ponen en pronunciar la erre al entonar esta mágica cifra.

Además de todo esto, el cuerpo humano tiene treinta y tres vertebras, de las cuales al destinatario de este blog ya le fallan al menos dos. Y también por ahí dicen que si uno suma las trece articulaciones con los veinte dedos reglamentarios, obtiene el balance del numero en cuestión. Esta parte es la que me pone cabezona, si supuestamente el conteo digital se completa con la lista de movimientos permitidos por las leyes de la física y la calidad del material, que pasa si a alguien le faltan o le sobran dedos, como a los pianistas de Gattaca, y para colmo de males, le falta alguna vertebra o le tocó fusionársela con otra para seguir caminando. Ahí si esta jodido que se llegue al treinta y tres. Incluso Mecano alcanzó a colar una referencia al número en uno de sus himnos ochenteros y según he leído en un mamotreto milenario de ficción llamado biblia, Yeshua, Yesu, Chucho o como quiera que le llamaran al revolucionario ese, completó su supuesta misión al alcanzar esta edad.

Creo que también en uno de esos clubes secretos donde los hombres se reúnen a hacer maricadas en privado, el honor máximo de los militantes es llegar al treinta y tres. Y para los que no tienen membrecía, siempre les queda la opción de esforzarse por llegar a ser mamones grado treinta y tres, aunque realmente no hay límite  para la mamonería y la prueba está en este blog, que una vez más me va a sacar del apuro de un regalo de cumpleaños . ¿Sera que mi misión es regalar palabras? Lo sabremos al final del verano. La madre que de aquí a navidad voy a tener otro libro listo nada mas juntando los posts que ando regalando estos días por cualquier motivo. Que el público me perdone...